Schnapps

Posted By santiagoelmarino on 29 Abr 2021 | 1 comment


El cielo brilla en azul claro, a través de la  atmósfera fría y prístina. Un mal estomacal de origen ignoto me ha mantenido tres días sin comer y con visitas constantes al excusado. Apenas he pegado ojo en las últimas noches.
Me siento al fresco a ver si la gélida brisa austral y la radiación del sol de mediodía me consuelan. Camino por el filo de la navaja de la consciencia. Intento con todas mis fuerzas mantenerme despierto mientras la realidad se confunde y difumina con lo onírico. Me desbordan los pensamientos, los segundos se hacen eternos y las ideas fluyen sin el lastre de la realidad o la razón.
Ni siquiera soy capaz de levantarme de mi asiento. El presente se desvanece ante mis ojos mientras sigo en vano luchando. Empiezo a sentir la llamada de las ninfas. Decenas de manos de dedos finos y yemas aterciopeladas tiran de mí hacia atrás, sumiéndome en el más allá. Sus dulces voces me susurran al oído que no me resista y se ríen con pueril jovialidad.
Ya no tengo ninguna posibilidad de huir. Mi cuerpo no ha podido más que rendirse a las tinieblas. Veo a las ninfas alejarse borrosas en una estancia oscura y que se me antoja infinita. Frente a mí, al fondo, aparece una luz difusa y malamente distingo una borrosa silueta de mujer y una mesa con un taburete de madera. Ella está de pie delante. Me acerco y empieza a aclararse la imagen. —Maldita sea —pienso—, es ella otra vez.
Enfundada en unos vaqueros desgastados y con su habitual cazadora de piel roja. Sus baqueteadas botas camperas y su media melena pajiza. Ahora que estoy más cerca veo encima de la mesa una botella de Schnapps y un vaso medio lleno, cómo no.
Ella me observa complacida, con su puñetera sonrisa sádica. —Tienes la curiosa costumbre de aparecer cuando estoy tocando fondo— le espeto.
El brillo acerado en sus ojos azules evidencia lo mucho que se está divirtiendo. Me observa en silencio mientras da vueltas lentamente alrededor mío. Yo permanezco de pie impotente, petrificado sin posibilidad de moverme, por mucho que me gustaría salir corriendo hacia la oscuridad indeterminada de la estancia en la que nos hallamos. Acerca sus labios por detrás de mi oreja izquierda, apenas rozándola, y torciendo ligeramente la boca me susurra al oído con voz traviesa —Aún no— y acto seguido me devuelve a la realidad con una patada en la pierna, mientras me despierto de nuevo sobresaltado en la silla, a punto de zozobrar y todavía bajo el frío cielo azul de la mañana patagónica. Mientras que su voz resuena en mi cabeza —Aún no— me repite una y otra vez, me doy cuenta de que apenas han pasado unos segundos.

Y no puedo sino sonreír para mis adentros.

1 Comment

  1. Muy bueno!!! Animate a escribir Novela y si es Negra , mejor. Te va…👍😉👌

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